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Ejes Temáticos Retos Globales

Carlos Giménez, Bàrbara Ferrer, Carmen Díaz y Felipe Campos

'La perspectiva intercultural debe vertebrar la gestión pública local'



LAS EXPERIENCIAS INTERCULTURALES DE LA RECI Y EL ICI: RESULTADOS E IMPACTOS.

“La perspectiva intercultural debe estar en el centro de la agenda municipal y ser el eje vertebrador de la gestión pública local”. Esta fue una de las conclusiones de la mesa redonda con la que finalizó el 15 de julio el ciclo de conferencias “Por un futuro intercultural” del proyecto Re-City, organizado por la Fundació Catalunya Europa, La Caixa y el Club Roma, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.

Con el objetivo de contrastar distintas experiencias comunitarias desde la perspectiva intercultural, la mesa redonda contó con cuatro ponentes de lujo: Bàrbara Ferrer, tenienta de alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet; Carmen Díaz, concejala de Igualdad, Diversidad y Políticas Sociales de Getxo; Felipe Campos, director de la Asociación Educativa Itaca de L’Hospitalet de Llobregat; y Carlos Giménez, director científico del proyecto ICI. La encargada de moderar el coloquio fue Gemma Pinyol, directora de políticas migratorias y diversidad en Instrategies y coordinadora de la RECI.

Gracias a las intervenciones de los participantes, pudimos conocer de primera mano las acciones de tres proyectos concretos: la Red Española de Ciudades Interculturales (RECI), el proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI), y a nivel más local, la Asociación Educativa Itaca de L’Hospitalet de Llobregat, en Barcelona.

La Red Española de Ciudades Interculturales (RECI). La RECI es una agrupación de ciudades y municipios de diferentes puntos de España comprometidos con el impulso de políticas de gestión de la diversidad desde el punto de vista intercultural. Fue creada el 2011, impulsada por el Consejo de Europa en el marco del Programa de Ciudades Interculturales (IC), y desde el 2017 se gestiona desde la Asociación de Ciudades Interculturales. 

Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI). Impulsado por la Fundación La Caixa, el proyecto ICI trabaja con la Administración, tanto local como estatal, así como con las entidades sociales, para definir e implementar modelos de intervención comunitaria desde un enfoque integrador y una perspectiva intercultural. Creado el 2010, actualmente se desarrolla en 36 territorios de España, a través de los tres pilares fundamentales de cualquier sociedad: la educación, la salud y las relaciones ciudadanas.

Asociación Educativa Itaca. Desde 1976, la Asociación Educativa Itaca dedica su labor a la educación en el ocio infantil y juvenil del barrio de Collblanc-La Torrassa, en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Desarrolla proyectos socio educativos al servicio de la comunidad, con la finalidad de generar igualdad de oportunidades y acompañar procesos de desarrollo personal y empoderamiento a niños, jóvenes y familias, con especial sensibilidad hacía aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

El debate, planteado por Gemma Pinyol, giró alrededor de los retos de la gestión de la diversidad y la convivencia desde la perspectiva intercultural, y sobre en qué medida el trabajo comunitario ha proporcionado más herramientas frente a una crisis como la pandemia del coronavirus.

Mejorar la convivencia ayuda al progreso social y económico.

Un buen ejemplo del trabajo comunitario desde la perspectiva intercultural es el que realiza el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramanet, que forma parte tanto de la RECI como del proyecto ICI. Según Bàrbara Ferrer, tenienta de alcaldesa y responsable área de Derechos Sociales y Ciudad Educadora, Santa Coloma ha sido “una ciudad pionera en el desarrollo de políticas de convivencia y tiene una clara apuesta por dar voz a la interculturalidad”.

Sin duda, la diversidad en Santa Coloma es una realidad. La ciudad cuenta con una población de 118 mil habitantes, conviven hasta 100 nacionalidades diferentes y se calcula que uno de cada cinco ciudadanos proceden de algún país extranjero. Según el Ayuntamiento, cada mes unas 200 personas se dan de alta en el padrón.

Por ello, la apuesta por la interculturalidad empezó hace tiempo con la creación de un Plan de Convivencia (2001), más adelante siguió con la Red de Transmisión de Valores Positivos (2004) para luchar contra los rumores y estereotipos, y actualmente cuenta con un equipo de mediadores que trabajan a pie de calle, y con un Plan Estratégico fruto de un proceso participativo que recoge más de 30 acciones para trabajar desde una perspectiva intercultural pero que también incorpora la diversidad de género, edad, clase social, condición física y orientación sexual involucrando a todos los agentes de la vida ciudadana. Otra iniciativa que están llevando a cabo en este ámbito es el Programa de Narrativas Culturales.

La representante municipal recordó que “llevamos más de 20 años apostando por las políticas de convivencia, siempre queriendo mejorar la relación entre las personas y a la vez con su entorno, para facilitar el progreso social y el económico, que para nosotros van los dos de la mano”. Bàrbara Ferrer también explico que “para garantizar el éxito de estas acciones, además de voluntad política es necesario un enfoque a largo plazo con una visión estratégica. Queremos generar espacios de interacción positiva, de encuentro “entre iguales”,  con discursos positivos sobre la diversidad y en contra de los prejuicios”.

En los últimos 4 años la ciudad ha invertido un millón de euros en varios acciones comunitarias como por ejemplo la fiesta de la Primavera o el proyecto de ayuda mutua “Colze a colze” en el barrio del Raval y que ahora, ante la crisis causada por el coronavirus, ha sido más útil que nunca. Precisamente, otra iniciativa relacionada con la pandemia, ha sido el diagnóstico rápido realizado en la Serra d’en Mena, que estará listo a finales de julio, y que permitirá medir el impacto de la crisis sanitaria y social provocada por la Covid-19 en unos barrios ya de por sí con dificultades. Además, como consecuencia de la pandemia se han triplicado las ayudas del banco de alimentos, lo cual, según Ferrer, demuestra que “hay que seguir trabajando y fortaleciendo las redes ciudadanas, ya que hemos visto como en momentos de crisis la población las utiliza y se ayuda”.

La planificación transversal, fundamental en la gestión intercultural.

Un caso distinto es el municipio de Getxo, en Vizcaya, que pertenece a la RECI. Con cerca de 79 mil habitantes, es la quinta ciudad más poblada del País Vasco y una de las más envejecidas de Europa, ya que el 33% de su población son mayores de 60 años. Debido a ese perfil de edad, al alto nivel de renta y su gran atractivo turístico, hay una gran demanda de empleo en el sector de los cuidados que atrae principalmente a mujeres de Latinoamérica y Europa del Este.

Actualmente, Getxo tiene una tasa de emigración del 11% y esta legislatura el Ayuntamiento ha dado un paso más creando un área de cohesión social, igualdad, educación y juventud. “Nuestro reto es  hacer funcionar una estructura que nos permita avanzar en la transversalidad de la igualdad y la intervención comunitaria”, según explico Carmen Díaz, concejala de Igualdad, diversidad y políticas sociales, y responsable de esta nueva área.

Desde hace unos tres años están trabajando con jóvenes de origen magrebí que antes llegaban fundamentalmente a Bilbao. Pero ya llevan unos quince años abordando la gestión de la convivencia desde la perspectiva intercultural con varios objetivos:

  • Realizar acciones comunitarias teniendo en cuenta las características específicas de la población extranjera.
  • Crear las condiciones para la interacción entre las personas autóctonas y extranjeras.  
  • Propiciar y cuidar los escenarios de relación intercultural.  
  • Promover la participación activa.
  • Eliminar todas las barreras que impidan a las personas extranjeras el acceso a los derechos y a los recursos.
  • Prevenir, denunciar y luchar contra la discriminación.

Según Carmen Díaz, “nuestro objetivo fundamental es incorporar la perspectiva intercultural a todas nuestras acciones de igualdad e intervención comunitaria, poniendo el foco en la persona, en el centro de nuestro proyecto, y viendo la diversidad cultural como una ventaja para el municipio”.  Otro objetivo es “elaborar un plan de acogida en clave comunitaria para las personas migradas y refugiadas”.

Uno de los problemas que tenían antes, según la concejala, era la falta de planificación municipal para llevar a cabo este tipo de proyectos, pero pertenecer a la RECI les ha ayudado mucho, ya que han podido compartir experiencias con otros municipios en materia de inmigración, diversidad, igualdad e interculturalidad. “Una buena planificación es además fundamental ante crisis como la covid que nos ha sometido a un auténtico test de estrés y nos ha obligado a resolver multitud de situaciones de vulnerabilidad”, afirmó Díaz.

Mirar la comunidad con las gafas de la interculturalidad.

Pero no solo los ayuntamientos incorporan la mirada intercultural en la mejora de la convivencia en los barrios o ciudades, también lo hacen muchas entidades ciudadanas y su labor es igual de fundamental. Es el caso de la Asociación Educativa Itaca del barrio de Collblanc-La Torrassa en L’Hospitalet de Llobregat. La entidad forma parte del ICI y su director, Felipe Campos, es además vecino del barrio y conoce muy bien la realidad de este pequeño trozo de ciudad. Una realidad compleja, ya que en menos de un kilómetro cuadrado conviven más de 55.000 habitantes, lo que convierte Collblanc-La Torrassa en uno de los barrios más densos de Europa e incluso es comparable a muchas zonas de Bombay.

Felipe Campos quiso definir los objetivos de la asociación citando unas palabras del investigador social italiano, Marco Marchioni, uno de los principales ideólogos del trabajo comunitario, fallecido recientemente. “Debemos garantizar la participación social y ciudadana. Un país debe poner en marcha los procesos que mejoren las condiciones de vida de la gente para dar respuestas sociales y evitar que la gente se quede tirada en la cuneta”, dijo Marchioni en una entrevista en 2010.

La diversidad es una de las características intrínsecas de Collblanc-La Torrassa, ya que representa una gran parte del mundo en un espacio muy pequeño, con más de 120 nacionalidades, 70 lenguas y 5 cultos religiosos diferentes.

“Todo esto hace que la relación con el otro y la convivencia entre visiones y perspectivas diferentes requiera una intervención muy cuidadosa, sobre todo al principio, cuando empezamos a introducir el enfoque intercultural”, explico Felipe Campos que comparo su labor con la de un arquitecto. “Cuando construimos un puente, no es para pasar una sola vez, sino para que puedan hacerlo el mayor número de personas, muchas veces, y que además perdure en el tiempo y no sea débil, sino que aguante y sea resistente. Como los puentes, debemos construir relaciones, proyectos y un conocimiento compartido que sean fuertes, estables y duraderos, que no sean algo pasajero o para posar en la foto”, afirmo Campos.

Con esta filosofía han conseguido mejorar la convivencia y crear espacios de relación intercultural. “A pesar de la coexistencia entre una gran variedad de lenguas, orígenes y culturas, había mucho desconocimiento entre ellas e incluso cierta hostilidad hacia lo diferente y las otras culturas. Casi el 15% de los vecinos consideraban un inconveniente que hubiera personas de otros países. Un dato preocupante, si tenemos en cuenta que casi la mitad de la población del barrio es de origen extranjero”. Una percepción que, según contó Campos, afortunadamente ahora ha cambiado.

En los últimos años, la asociación ha hecho más de 500 acciones en las que han participado 22.600 personas. Un ejemplo, la mediación en el 2017 entre el oratorio islámico “Camí per la Pau” y los vecinos de la calle donde está ubicado, para profundizar en el conocimiento mutuo, ya que afectaba a la relación, especialmente durante la celebración del Ramadán. Otras acciones fueron en 2015 en la plaza Española (“que ahora debería llamarse del Mundo, por la cantidad de nacionalidades que reúne”), un espacio público con un uso muy intenso por personas y familias de diferentes culturas. Después de hablar con los vecinos se plantearon nuevos usos para que todos se sintieran más cómodos. De igual modo, la asociación ha trabajado con los comercios o las asociaciones de madres y padres de alumnos de los ocho colegios públicos del barrio. “Es fundamental contar con aliados y escuchar a nuestros referentes ciudadanos en el barrio”, relató Campos.

A modo de conclusión, concluyó afirmando que “debemos poner la acción intercultural en el centro de la agenda municipal y convertir la perspectiva intercultural en el eje que vertebre las políticas públicas. Son las gafas con las que deberíamos mirar el territorio. Esto va de conocer y reconocer la diversidad, de crear y vivir en espacios de encuentro y de respeto desde la igualdad, y de crear las condiciones para la participación inclusiva que de voz a los diversos orígenes que conviven en nuestros barrios”.

“El municipalismo es la esfera local estratégica de la convivencia”.

Finalmente, el director científico del proyecto ICI, Carlos Giménez, encargado de cerrar la mesa redonda, se mostró esperanzado con el futuro porque “hemos creado unas estructuras fuertes a nivel comunitario a favor de la interculturalidad y la diversidad. Herramientas con las que hacer frente al aumento de las desigualdades, la emergencia climática, el ascenso de partidos de extrema derecha y racistas, o las incertidumbres de la crisis del coronavirus”.

Según Giménez “estamos en un cambio de ciclo histórico, ante un agotamiento del sistema, y la interculturalidad, es decir, el diálogo entre todos los pueblos, o se da con unas garantías fortalecidas o nos va a ir muy mal”. En este sentido, el director del ICI explicó que la experiencia les ha demostrado que “el municipalismo es la esfera local estratégica de la convivencia y cualquier país que no invierta y no de competencias y recursos a los municipios está perdido”.

Pare ello es fundamental un buen entendimiento entre la administración y los técnicos que trabajan en la comunidad, y la participación de los ciudadanos. “La interculturalidad debe estar ubicada en el centro de la agenda municipal, es mucho más que una cuestión de servicios sociales. Un municipio debe ser una fábrica de convivencia ciudadana y democrática”. Precisamente, uno de los retos es que esa perspectiva tenga un enfoque transversal abarcando varios departamentos de la gestión política municipal. Jiménez también apunto la importancia de “trabajar colectivamente, implicando a todos los protagonistas e incorporando la sabiduría de distintas disciplinas, con programas plurianuales como se está haciendo en Santa Coloma, Getxo o L’Hospitalet”. Además, reivindicó la labor profesional de los técnicos y mediadores, y la resolución pacífica de los conflictos fomentando valores en positivo, especialmente ante el auge del racismo. Según el director del ICI, “el binomio no es entre autóctonos y extranjeros, sino entre los defensores de la democracia, el pacifismo y la igualdad de género, y los que intentan imponer las posiciones de la extrema derecha. La interculturalidad debe ser la alianza de los demócratas para que las culturas sean algo bello y positivo, y ayuden a construir la comunidad”.

La mesa redonda fue presentada por Jaume Lanaspa, presidente del Club Roma en Barcelona, y por Pau Mas, director de la Fundació Catalunya Europa, las dos entidades organizadoras del ciclo “Por un futuro intercultural” que ha contado con diversos expertos y académicos de primer nivel internacional.

Sobre las incertidumbres que se abren ante la crisis sociosanitaria por la pandemia del coronavirus, Jaume Lanaspa, advirtió del riesgo de mayores desigualdades o políticas más autoritarias por parte de algunos gobiernos. Sin embargo, “en nuestro país será más fácil enfrentarse a esa crisis gracias a la gestión de la diversidad y la interculturalidad que atenúa los conflictos y acentúa los elementos de cohesión social”, opinó Lanaspa.

Por su parte, Pau Mas, recordó que precisamente el objetivo del proyecto Re-City es construir comunidad desde el ámbito local planteando propuestas de cambio y transformación social frente los grandes retos globales. En este sentido, recordó, como expuso el filósofo Daniel Innerarity en este mismo ciclo, que “la comunidad de las ciudades se construye sobre la base de la mezcla a partir del bien común”. Mas terminó citando unas recientes palabras del filósofo vasco sobre el coronavirus: “en una crisis sale lo mejor y lo peor del ser humano, según dice el lugar común, pero lo que más sale es regular”.