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Bruselas enmudece ante la extrema derecha austriaca


El pasado 15 de diciembre en Viena, la derecha conservadora y la extrema derecha lograron un « acuerdo de gobierno » que significaba la integración del partido extremista al mando de tres ministerios claves : asuntos exteriores, Defensa e Interior.

El acuerdo plantea cuestiones acerca de las consecuencias en la Union Europea de un discurso extremistas en uno de sus Estados miembros. Es precisamente el discurso del nuevo gobierno austriaco el que está en el centro de los interrogantes puesto que oscila entre una visión « pro-europea », con la presencia de la bandera de la Union en cada uno de sus discursos, y una visión nacional extremista que fue calificada de « nacionalismo étnico » por el ministro de asuntos exteriores italiano, Benedetto Della Vedova. Además, cabe destacar el pasado del nuevo canciller de Austria, Sebastian Kurz, cercano a la ideología neonazis durante su juventud. Ahora, el todavía joven jefe de gobierno, se proclama contra la inmigración y anti-islamista, dos posiciones que se revelan contrarias a los valores humanistas defendidos por la Unión Europea.

Esta posición nacionalista y proteccionista en el discurso del nuevo ejecutivo austriaco es una real amenaza para la Unión Europea a la hora de negociar un acuerdo sobre el reparto de los migrantes y refugios en los Estados miembros. Una negociación que se define como el principal objetivo de la Unión para el año 2018. Esa amenaza se revela todavía más importante al recordar que Austria se prepara para tomar el mando de la presidencia rotativa de la Unión europea el próximo 1 de julio, durante 6 meses.

Sin embargo, la amenaza que significa el derive extremista de Austria  no provocó reacciones por parte de la los dirigentes europeos, que prefieren esperar con ansiedad el encuentro entre el nuevo jefe de gobierno Sebastian Kurz y el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, previsto el martes 19 de diciembre. La posición de la Unión contrasta con el revuelo que suscitó la participación de la extrema-derecha en el gobierno de 2000 en el mismo país. En ese momento se tomaron medidas radicales de sanción y boicot en contra del gobierno austriaco que no era recibido en ningún Estado miembro, 15 en esa época, y tampoco ningún austriaco fue nominado en las diferentes organizaciones internacionales.

Unas medidas similares, hoy en día, aparecen más complejas por la incrementación de la ideología nacionalista en Europea que ya no está tan aislada. Además, cabe recordar que la Unión Europea no es una federación sino una Unión de Estados que guardan su preferencia nacional a la hora de elegir su gobierno y por lo tanto la Unión no puede imponer un forma de gobierno sino únicamente el respeto de los Tratados.

Por lo tanto, en caso de no respeto de un Tratado por Austria, un procedimiento de sanción o de exclusión está previsto pero igualmente muy difícil de aprobar por el sistema de acuerdo por voto favorable de los 4/5 de los Estados miembros para una « vigilancia » del país, y de unanimidad para la exclusión. ES precisamente el procedimiento que esta misma semana ha puesto en marcha la Comisión contra Polonia y que contrasta con la tibia respuesta a la presencia de la ultraderecha en el nuevo gobierno austriaco.

La Unión Europea vive un resurgimiento de la ideología extremista que fue precisamente el origen de su creación y que ahora puede provocar su desaparición si no se toman las medidas necesarias para salvaguardar unos valores humanistas de Estado de derecho, de respeto de los derechos humanos y de protección de las minorías, ante unas elecciones europeas en 2019 que se pueden ser decisivas.

Fuentes:

Libération

Le Monde

Aquí Europa

LIbération

Foto: Steinar Engeland a Unsplash